domingo, 8 de mayo de 2011

Un Saludo con mucha Imaginación de Manuel Cortés Blanco

Desde el mundo de los cuentos, Manuel, que es cuentista entre muchas otras cosas más, nos regala una buena dosis de Imaginación, para que nunca falte en "nuestras nubes"

Saludo para Verso en nubes
           
Desde el mundo de mis cuentos, donde los versos también viajan en nubes, recibid este saludo junto a mis mejores deseos para ese festival de poesía infantil que pronto vamos a disfrutar.
Me encantaría sumarme a tal iniciativa con algún poema, si bien nunca fui hábil para la poesía. Por ello, en su lugar, permitidme la licencia de hacerlo con un relato referido a una palabra que no puede faltar en ningún género: imaginación. ¡Que tampoco falte nunca en nuestras nubes!
Mil sonrisas, un abrazo grande y, como siempre decimos los cuentistas, que nos sigamos contando.

Aquella maestra de pelo recogido, mi primera maestra, decía que yo tenía mucha imaginación. Era el niño que más animales inventaba en una hoja de papel, el único capaz de hacer disfraces de las bolsas de basura, quien mejor justificaba por qué no había acabado los deberes.
La noche que nos explicó las estrellas del firmamento le puse nuevo nombre a cada constelación: Gacela Bonita, Cisne Mediano, Morsa del Sur. Así la Osa Menor no estaría tan solita. Y la mañana que dejamos el pueblo, camino de la ciudad, se lo expliqué a mis hermanos de tal forma que vivieron el trayecto como una aventura en un parque de atracciones.
            Sin embargo, fue precisamente en la ciudad donde descubrí que no todos comprendían ese juego. Allí, con otra escuela y otros compañeros, las cajas de cartón no podían ser castillos y nadie en su sano juicio se atrevería a pintarle amigos a la Osa Mayor. El Canillas, uno de los alumnos repetidores de mi clase, lo dejó muy claro desde el primer día:
-       No permito ninguna tontería... Aquí quien manda soy yo.
De modo que si decía que hacía calor, hacía mucho calor. Y si afirmaba que un palo no era más que un palo, yo negaba que pudiera transformarse en la mejor de las varitas.
Una tarde, en clase de matemáticas, mi nueva profesora se sintió indispuesta. No sabía yo que las sumas y las restas fuesen tan nocivas para la salud. Tuvo que salir del aula pero antes, para sorpresa de todos, me hizo responsable de la misma.
-       Regreso en cinco minutos -indicó-. Quiero que estéis quietos y en silencio. Si alguien habla, apúntalo en la pizarra.
Menudo compromiso. Apenas cerrar la puerta, el Canillas y sus secuaces ya estaban subidos a los pupitres. Martita rompió a llorar. ¿Por qué lloras Martita? Y Anselmito pidió permiso para salir a hacer pis. ¿No puedes aguantarte?
La causa estaba perdida.
Entonces me dio por imaginar y compartir lo que imaginaba con aquellos niños. Les conté una historia sencilla. No recuerdo bien de qué, pero era muy sencilla. Y, para mi asombro, empezaron a escuchar. El Canillas propuso revolver los cajones de la mesa pero todos, absolutamente todos, le ordenaron callar.
Al volver la maestra quince minutos después (¡ya intuía yo que con cinco no tendría tiempo de nada!) el aula estaba en silencio, los chavales absortos con la trama, la pizarra sin nombres. Martita sonreía y a Anselmito se le habían pasado las ganas.
¡Misión cumplida!, suspiré con alivio.

Todavía hay veces, cuando la vida me pone ante algún compromiso, que recuerdo aquella anécdota. Noches como esta noche, con la Osa Menor jugando en el cielo, en las que me da por imaginar...   



Manuel Cortés Blanco (Zaragoza, 1965). Doctor en Medicina, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Licenciado en Psicología. Miembro de la Asoc. Española de Médicos, Escritores y Artistas, es profesor en la Escuela de Formación de Aldeas Infantiles SOS. Con su primera obra "El amor azul marino" obtuvo el Premio Literario Amares 2005. Es autor también de "Cartas para un país sin magia". Su último trabajo "Mi planeta de chocolate" fue finalista del II Premio Internacional Vivendia de Relato. Los derechos de autor de los tres libros publicados por Manuel han sido cedidos a favor de Aldeas Infantiles SOS.
Manuel Cortés Blanco no le importa que le llamen cuentista. Que a su condición de médico, psicólogo y escritor añadamos sin complejos esta última cualidad. Cuentista porque utiliza el cuento para expresar lo que siente (tanto en los libros como en sus sesiones de cuentacuentos), porque ingenio e imaginación cuentan siempre en sus relatos. Y así lo manifiesta en aquellos eventos en los que participa: Maratón de los Cuentos (Guadalajara, 2007), Salón Internacional del Libro Iberoamericano (Gijón, 2007), Feria del Libro Infantil y Juvenil “Leer León” (León, 2008), Jornadas Literarias “¡Qué te cuento!” (Zaragoza, 2009) o Jornadas Literarias Ábretelibro (Madrid, 2010), entre otros.
Pese a habérsele comparado con autores reconocidos en este género, Manuel cultiva un estilo propio cargado de atractivos: cercanía en las historias, su sencillez tan cuidada, esa ironía inteligente. Y quizá el más importante: su habilidad para convertir lo cotidiano en literatura.
Entrañable, reflexiva y risueña, son algunos de los calificativos que han merecido su obra. Aunque él, al margen de etiquetas, prefiera ser fiel a esta máxima: escribir para compartir.
      

1 comentarios:

Marta Alicia Pereyra Buffaz dijo...

Encantadora historia de la niñez. ¿Real o imaginada?... ¡No importa porque es hermosa!

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